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El verano evoca imágenes de días soleados, playas doradas y aventuras inolvidables. Es una época en la que nos permitimos sumergirnos en experiencias refrescantes y cautivadoras que se quedan grabadas en nuestra memoria por mucho tiempo.
¿Qué pasaría si pudiéramos recrear esa misma magia de los viajes de verano en nuestras interacciones comerciales? De eso quiero hablar en el día de hoy, y del nuevo concepto clave: la omniexperiencia.
En lugar de ver cada interacción como una simple transacción, consideremos cada punto de contacto como una oportunidad para inspirar, sorprender y deleitar al cliente. Pensemos por ejemplo en marcas como McDonald’s, Apple o Starbucks, que han sido capaces de crear una emoción en sus clientes.
Los viajes de verano son memorables gracias a los pequeños detalles que los hacen únicos y emocionantes. Lo mismo se aplica a la venta híbrida. Cada pequeño detalle, desde la personalización de las comunicaciones hasta la anticipación de las necesidades del cliente, añade un toque mágico a la interacción.
Imagina recibir un correo electrónico de seguimiento después de una compra en línea, no solo agradeciéndote por tu adquisición, sino también proporcionando consejos útiles sobre cómo aprovechar al máximo el producto. O visitar una tienda física y ser reconocido por el personal, que ya sabe qué productos te interesan según tus búsquedas en línea. Son estos pequeños detalles los que crean momentos memorables en la omniexperiencia y hacen que los clientes se sientan valorados y atendidos.
Hasta hace poco, se hablaba mucho de la omnicanalidad en el ámbito de la venta, buscando asegurar una experiencia uniforme a través de varios canales, ya sean tiendas físicas, sitios web, redes sociales o aplicaciones móviles. Sin embargo, en un mundo en constante evolución tecnológica y con consumidores que cambian sus expectativas, hemos dado un paso más allá, y es aquí donde entra la omniexperiencia.
La omniexperiencia va más allá de la coherencia en los canales. Se trata de construir una experiencia completa e integrada para el cliente en cada punto de contacto. Es como tejer una historia fluida y atrapante, que se siente tan emocionante y recordable como un viaje de verano.
La omniexperiencia no solo es la transacción en sí, sino de cómo esa transacción se convierte en una narrativa que el cliente lleva consigo mucho después de que haya concluido.
Esta inmersión en la omniexperiencia se puede nutrir de un trato personal, pero también de tecnología que permita automatizar.
De hecho, esta es una de las claves y de los retos en el nuevo escenario híbrido actual. Según un informe reciente de Force Manager, los equipos de ventas que utilizan las nuevas tecnologías, tienen un aumento de los ingresos de un 58%. Es más, se espera que esta tendencia continúe en los próximos años.
Por ejemplo, se puede aplicar la recolección y el análisis de datos para comprender las preferencias y el comportamiento del cliente en todos los canales. Gracias a la inteligencia artificial y el deep learning, esto es posible a día de hoy.
Cada interacción en la omniexperiencia contribuye a construir una relación sólida y duradera con el cliente, al igual que cada experiencia en un viaje de verano se suma para formar una aventura inolvidable.
Al igual que en un viaje de verano, donde cada detalle cuenta para construir una experiencia global. En la venta híbrida, cada interacción, ya sea en línea o fuera de ella, debe contribuir a un conjunto coherente y cautivador.
La magia de la omniexperiencia está en nuestras manos para crear momentos que brillen en la mente y el corazón de nuestros clientes, al igual que los días de verano.
¡Que paséis unas felices vacaciones y os llenen de inspiración para crear muchos momentos memorables con los clientes en la próxima temporada!