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Me comentáis muchos vendedores y directores comerciales que la videollamada es algo revolucionario y que llevará tiempo asumirlo. Dejad que os cuente algo:
¿Sabíais que el inventor americano George R. Carey, ya en 1880, puso sobre la mesa la cuestión de poder realizar videollamadas y transmitir imagen mediante la electricidad?
¿Y que, en 1927, Herbert Hoover participó en la primera videollamada entre Washington y Nueva York? El resto de la historia relativa a la videollamada es conocida por todos: Skype en 2003, iPhone en 2007, FaceTime en 2010 o Zoom en 2013. La videollamada lleva años desarrollándose a una velocidad de vértigo.
Históricamente eran las mentes más brillantes quienes generaban una serie de cambios en la tecnología que implicaban un avance para la sociedad, cambiando el futuro de todos. Tras las invenciones del teléfono, la radio o incluso la lavadora, la sociedad tuvo tiempo suficiente para poder adaptarse a ese impass y asumir esos medios como una ayuda para su vida cotidiana y/o profesional.
En la situación actual, la tecnología comercial ya está aquí, muy avanzada y esperando a que nos adaptemos a ella.
Y no importa que los clientes que aceptan hoy la visita en remoto constituyan un 50%, un 30% o un 0’1% de nuestra cartera de clientes. Más pronto que tarde esos números se incrementarán y como buenos Vendedores Híbridos tenemos que estar preparados para ello. Podríamos imaginar la típica escena en la que un coche huye de una tormenta de arena en el desierto: siempre hay un momento en el que dejamos de verlo, pero termina acelerando y escapando de ella.
En mis formaciones, talleres y conferencias insisto en que la venta en remoto ha llegado para quedarse, que no podemos mirar hacia otro lado esperando que la tormenta pase y centrarnos únicamente en potenciar nuestras competencias de venta presencial: no debemos tener ningún miedo al progreso.
El Vendedor Híbrido ha entendido que esa “tormenta de arena” es hoy en día el nuevo mercado omnicanal, junto con el nuevo cliente digital y que, en ocasiones, puede llegar a superarle. Sabe que debe parar, pensar y volver a situarse frente a ella. Acelerar el coche apoyándose en la tecnología comercial, entender sus riesgos y beneficios y aliarse con ella. Solo así podrá interactuar y ofrecer a sus clientes todo el abanico de posibilidades que la venta híbrida ofrece.
El sociólogo Alvin Toffler dijo en una ocasión que
El gran motor del cambio es la tecnología.
En los días que corren, esa frase ha cobrado todo el sentido posible. Hemos visto como el buen uso de la tecnología comercial actúa como el motor de ese coche que nos va a ayudar a escapar de la tormenta de arena imaginaria en la que se ha convertido la trepidante evolución del mercado y el cliente.